El pozo maestro de la mina de Arnao se encuentra debajo del castillete, de madera, que todavía se conserva. Engoblado dentro del museo, es visitable entre el exterior y el nivel del mar. Considerado el primer pozo vertical de Asturias, su profundización es un hito destacable dentro de la historia de la minería de carbón, por varias razones: su profundización fue muy anterior a la del resto de pozos verticales de Asturias. Y se realizó alejado de las cuencas mineras asturianas. Lo que Faustino Suárez Antuña denomina "espacio ultraperiférico" en La organización de los espacios mineros de la hulla en Asturias.
Su brocal se sitúa en lo alto del escarpe, en la plaza de la mina, a una cota de 19,20 m. En esta cota se situaba el enganche (embarque) exterior, que estaba conectado con la fundición de zinc por una línea de ferrocarril. El enganche interior se situó a una cota de -56,50 m. Entre ambas cotas se situaron varios enganches intermedios, destacando el situado al nivel de la playa, denominado "sobordo". Según Moncada, el sobordo se halla «3 metros más alta que la pleamar equinoccial».
Por planos antiguos, había enganches intermedios en los niveles -30,67 m y -43,16 m. De la misma manera, el pozo tenía una caldera hasta el nivel -63,50, donde existía un depósito de agua.
Contrariamente a la concepción moderna de los pozos de extracción, el de Arnao no se proyectó ni se ejecutó para alcanzar el nivel más bajo del macizo a explotar. Se concibió y ejecutó como un elemento intermedio entre el valey de extracción y el exterior, aunque en un primer momento se utilizó únicamente para el transporte de las explotaciones por encima del nivel del mar, hasta que se puso en funcionamiento la parte submarina. El pozo se bajó hasta la capa y en ese nivel se instaló la máquina de accionamiento del plano inclinado del valey.
El pozo, de sección cuasirrectangular, de 4,9 m × 1,9 m, estaba dividido en 3 secciones. Las dos más cercanas al mar se dedicaban a la extracción mediante jaulas y la tercera, interior, contenía la tubería de desagüe y las escalas de personal. En su momento contuvo el tirante que accionaba las bombas interiores.
Las jaulas eran movidas por una máquina de vapor, desgraciadamente desaparecida, de dos cilindros horizontales, con bielas a 90º. Accionaban dos bobinas de madera y 8 aspas en las que se arrollaban los cables planos vegetales que movían las jaulas. Según F-Miranda et al, cada jaula colgaba de cuatro cadenas que se unían en una que era la que se unía al cable vegetal. Quizás este es el motivo que ha llevado a algunos autores a decir que el pozo de Arnao contaba con cadenas para mover las jaulas.1
Este cable plano era de cáñamo según Centeno (1865), de pita según Gómez et al (1884) y de abacá según F-Miranda et al (1903). Centeno indica que era más adecuado que uno de acero porque estos no muestran en su aspecto exterior el estado del cable, lo que los vegetales sí hacían. Moncada explica la estructura de un cable plano: los hilos se forman con varias hebras o fibras retorcidas, que a su vez forman un cordón o ramal. Los ramales se colocan yuxtapuestos y se cosen entre sí para formar una faja o cinta. Pérez Moreno indica además, en 1857, que las medidas del cable (de cáñamo) iban a ser de 0,16 m de ancho y 0,04 de espesor.
Las jaulas eran de hierro, con capacidad cada una para un único vagón y estaban guiadas en diagonal. Es decir, las guiaderas estaban en dos esquinas opuestas de cada jaula.
1. Véase, por ejemplo:
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MENÉNDEZ Suárez, Carlos. Los castilletes mineros: Una aproximación a su tipología. En Energía & Minas: Revista Profesional, Técnica y Cultural de los Ingenieros Técnicos de Minas,
número 8. Año 2010. Páginas 46-53. Accesible en línea en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3395303.pdf.